Rosa Amelia González Baeza

Nada nuevo bajo el sol




Un puñado de indelebles criaturas se deshacen en el asfalto atrapa verbo
Yo soberana de este temblor esencial he dedicado mi corazón a investigar y explorar todo cuando ocurre bajo este cielo
Mal oficio este que me encomendó algún hacedor de destinos malintencionado
Todo es vanidad y atrapar sueños en doradas cárceles de riquezas artificiales
De tan torcidos los árboles incrustan sus ramas tierra adentro hasta perderse en sus propias oquedades
Nada más odioso que pequeños seres jugando a ser genios hasta la sepultura
Sin comprender que tanto dios eres cuanto más humano te reconoces

Digo que gane la carrera y me premian con una nueva carrera
Desde ese día no paro de correr en busca de vítores y abrazos de nueva ventura
Más me acosan los ladridos insomnes de perros rabiosos
Relámpagos de sombras traidoras que nunca dejan de oscurecer el sendero de mi destino
Y ahora mi cuerpo es un poema de antigua data
Una ventisca conmovida que cae llorando las laderas de sus montículos más inaccesibles
Envuelta entre el frío manto de la memoria
Busco mi reflejo entre los charcos que dejo la última lluvia
Tras cualquier puerta que se abre entre los pasadizos de mi mente
Es allí donde formas y colores se distorsionan en un sinfín de casualidades enigmáticas
Un juego de azar cauterizador del espanto y el asombro
Cirugía mayor que comprueba la secuencia exacta de los destinos
La señal de las señales dibujada entre los astros
Prueba irremediable de que al final del camino hay siempre otros esperando huellas
Movimientos uterinos que traerán criaturas hermosas a poblar el universo
Y volverán a poblarse de exquisitos pensamientos los senderos de la sabiduría
La atención alerta como felinos en cacería
La memoria rescatada y fortalecida ajena a la amnesia implantada
La imaginación libre sin preocupaciones mundanas y triviales que la distraigan de la misión encomendada
Mirar hacía el ayer para fortalecernos frente a los vientos variables del destino
Vislumbrar los hechos capitales de la vida humana por entre la niebla que nos rodea
Encadenar la sucesión de sueños que nos han predestinado a ser quienes somos
Una caja de Pandora azotada por el misterio en infinitud de una dualidad no asumida
Temblor esencial seremos cuando volvamos nuestros sentidos hacia el corazón de las vivencias