Miguel Ángel Guerrero

Ojos con vocación de sueño


Junto a los bordes del silencio,
unos ojos con vocación de sueño
se sumergen en las aguas
donde las horas florecen
sin los pétalos fugaces de los segundos.
El infinito se congela entonces
mientras una memoria hecha
con la materia líquida de la luna
busca los besos dulces y sedantes
de una flor de fuego.
Luego, aquellos ojos con vocación de sueño,
que hemos mencionado con anterioridad,
se mezclan con una noche apasionada
y delirante mientras ellos flamean
royendo la luz
y anticipando dulcemente la eternidad.
Ellos flamean en un brillo impasible
y en medio de un frugal e impertérrito silencio.
Ellos flamean y yo me doy cuenta,
de que cuando lo hacen,
de que cuando miro con aquellos ojos
con vocación de sueño,
un abismo inmaterial e intangible se precipita
irremediablemente hacia mi ser.