MARIA EUGENIA CASEIRO

El pianista

Con la cruz de su pecho se cortó la lengua
que aún destila el vaho de la mordedura.
Ahora el origen le quedó tronchado
y la estúpida costumbre de nombrar
se sustrajo a las falacias de sus manos.

Nada le devolverá articulación a su guturalismo,
el hábito de la conversación es inservible.
Hoy es su memoria enjambre de caminos
con graves torceduras
que la boca no consigue transitar.

Si el recuerdo no pesara como una deshonra,
tal vez podría levantarse de la música.
Pero asistir al olvido entre tantos extravíos
será siempre más pesado que mover los dedos.