Dulce que no es
Ámbar,
la luz enfrascada sobre la mesa,
cuando mi madre reproducía conservas
y los hilos de naranja en la jalea
parecían serpentinas prorrogadas.
Una vigilia de pan en rebanadas
anticipaba un festejo en la saliva,
y la cuchara aún caliente
embestía al alma
con un sabor que se llenó de ausencia.
Me duele el delantal floreado
la receta escrita en los sentidos
el ademán de domesticar la fruta
en un anillo de azúcar sin tu pulso.
y esta mermelada que no se te parece
en tanto gusto a desamparo