Amelia Arellano, Argentina

CARAVANA DE LA MUERTE
A Salvador Allende
“Aquí yace un pájaro.
Una flor. Un violín.”
JUAN GELMAN

Que entristecida noche corazón...
Que entristecido mar…
Que luna menguante y macilenta...
Y que furia, ay, que furia en la escollera.
El Sur amenazado.
La caravana de la muerte asola. Golpea. Pega.
Sacude las recónditas mareas. Magulla el malecón de sueños.
Destroza. Despedaza Lacera. Arranca.
Mancha.
No es agua, ay, no es agua. Es pesadilla, ay, es pesadilla.
Lluvia sangre que apaga las fogatas.
Sangre en la arena blanca.
Sangre otra vez en tierra picunche.
Sangre en el cauce del Mapocho. Sangre en el pecho del chucao.
Sangre en la auracaria, en el laurel, el roble.
Sangre en los ojos del puma, del ciervo, del guanaco.
Sangre en la copa y en las manos del tirano.
Sangre
”Por el solo lapso en que las circunstancias así lo exijan”
Sangre en el puñal clavado en la memoria.
Estas palabras duelen tanto. Tanto. Ay, duelen tanto...
Que no podrán jamás ser un poema
Serán grietas, islas agónicas, íconos.
Recuerdo, rezo, letanía.
Denuncia, grito, rabia, bramido. Ofrenda.
Para aquel “que pagó con su vida la lealtad del pueblo”
Ofrenda lenguas afiladas.
Lo único que no han cortado, todavía.