JUAN CARLOS LUIS ROJAS / BUENOS AIRES

Sismo de la tarde

Por qué será
que la tarde tiembla sobre mi pecho
cuando pasas/
mientras revolotean en mis ojos
estos pájaros de luz.

Por qué será... que mi sonrisa
que te dice adiós
camufla la puerta
de sísmicos eventos insondables
que estallan en mi espíritu.

Por qué ese límite en el camino
ese designio de fosas abisales
que diluye tu ser
en el mar de la añoranza.

Sigo ciñendo tu cintura
en el aire del recuerdo
cuando caes
en mis brazos de nostalgias
donde moran las preguntas.

¿Por qué nacen
estas férreas tempestades en el alma
que se enfardan
en el haz de los suspiros?
¿Por qué
desuela esta jornada/
cayendo mis manos
en despojos rutilantes del amor?
¿Por qué esta ilusión
el sin sentido de las cosas?
¿Por qué aún te esperan/
estos ojos mentirosos
tras el laberinto zigzagueante
/impersonales/
de esos cuerpos que avanzan?

...y cada tarde sin embargo
aparece tu sonrisa...
y este sísmico temblor
aquí en mi pecho.

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Oscuridad

En las venas de mi sien
/aletea/
el rito prolongado de nuestros ojos.
Ojos que vuelan una vez tras otra
rayando en las caricias/
sublimando acentos
en las preguntas infinitas.
Túneles inquietos.
Túneles que se ensamblan / en cópulas de pasión
vertiginosas tímidas
dulces desesperadas.
Esta vaina oscura/
Oscura de dichas/
Oscura de cantos silenciosos/
Oscura del amor
que discurre en las calles...
Se abre a veces
/se rompe/ vertiendo del espíritu
irisada simiente.
Eternidad del dolor
escapando al bálsamo/
Escapando a la sed de las heridas/
Escapando/
hacia la curación final de la nada.
Adolecer que hierve adolescente
en el perpetuo tiempo
de las manos combativas/
Incansable candor candente del pecho...
Luego discordias entre aurículas y ventrículos.
Mientras tanto el sol azulino
une a las almas con la negrura del día.
Y no se encuentran/
no se abrazan
ni piel
ni aliento ni suspiros.
La oscuridad nos baña a plena luz del sol.
¿Cuándo caerá su áspero pigmento
como nieve derretida?...
¡Cuando nuestros ojos sepan
reposar en otros ojos!
¡Cuando irradien ternura nuestras almas!
Y cuando no teman nuestros besos
entibiar ajena frente…
¡Cuando el corazón
hable por fin sobre el amor!


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Esta hermosura

¡Oh, este destrozo cotidiano de luces/ de sombras!/
Este sembrar en el aire de palomas/ des per di ga das/
Esta hermosura de erguirse/ tras los peñascos añicos/
Este henchirse diario
de noches inflamadas/
subterráneos golpes del alma/ que se esconden/
del mundo abyecto...

Y tan sólo una palabra/ que espero.
De amor/ que espero.
Que avive el fuego/ de fecundidades quietas/
que esperan.

Esta hermosura
de los ojos puros/ que callan/
elocuencias cósmicas/ que abren/
puertas/
de vírgenes cielos.

Y ver la ternura
desde la profundidad oscura del miedo.
Ser caminante de abismos
insuflando en el alma
simiente de sueños.

Esta hermosura de caer rendido/
y en los puños del corazón/ aferrando aún/
la bravía esperanza.

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Almas y chips

Crece magnánima
esta conspiración técnica
de marismas internáuticas
que diluyen
anónimos corazones/
sin ojos/
sin piel/
y sin brillos estelares.

En quebradizo puente
(de alas perdidas en el éter)
sondeo el espacio
buscando tus manos...
Encuentro sólo dioses sin olfatos...
en esta ruta de ondas/
y vítreas fibras luminares.

Navego el asombro.
Informático paladar del corazón
que prueba cables
(tu piel acaso)
y testea
el dramático tiritar de transistores.

Están congestionados
(siento)
los chips del alma.

Esta herejía apocalítica
se zambulle en nichos
que transmutan
dudosos homo sapiens
en seguros homo stupidus.

De frente a la batalla van
desenvolviendo con perillas y remotos
a la belleza enbalsamada
de vestido fosforescente/
ensamblada en cañones tricolores
que rebotan/
al barrido electrostático
de catódicos/
rayos fantasmales.

...Se funden en la nada
espíritus y retinas.

Un cuerpo virtual bajo mis sábanas
me erecta
con sutiles electrodos programados/
y me mueve en un compás sinusoidal
que ya no sé/
si sabe a vida
o sabe a muerte.

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Extravío

Husmeo en la historia.
Humanidad Vientos perdidos.
El cortejo real de la miseria.
La mutilación de la carne y del espíritu.
El Hombre es rey
extraviado de su reino.

Musas de los tiempos colgadas en el aire.
Tirada de conceptos y de formas sin sustancia.
¡Tan baja su estatura
que jamás alcanzarían a las estrellas!...
¡Los hombres caen
en el mar de su arrogancia!

Un poco más de construír
es la oración del justo.
Romper es la consigna
en aras de fetiches y blasones
de corruptelas y patriotelas.
Fieles a la idiotez
sucumben en las rompientes
los astros del polvo.

No se acuerda el Hombre
cuándo nació su estúpida razón
de alzar la espada/
de levantar la frente dañina y altanera.

La libertad se arrastra enredada de pañales.
Cautivo el Hombre en su prisión.
Su más grande prisión/
Su propia mente.
El aposento más útil
a sus cadenas.

Desde su ego crea fronteras para sí/
Para su ego.
Luego
en su limitación llora
frustrado
y perdido.



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A espaldas del Hombre

Miseria del espíritu/
La peor de las miserias.
Suele descubrir al Hombre
merodeando el palacio desnudo del absurdo.

El se hamaca/ visceral/
desde el cuenco oscuro del silencio
al estrépito vacío del descaro.
Construye mundos cimentando soledades.

Asiste inmutable a un concierto de fechorías
de prolija afinación.
Mientras tanto...
hilvanes sólo hilvanes
la confección de su justicia.
Por allí ¡Inimputable!
una estirpe de bestias innominadas
pasean su arrogancia bajo la luz.

Es posible sin embargo un nuevo corazón...
¡Y no este!...
donde ha estallado del espíritu
su derrotada munición de límpidos cristales.
¡Errantes los pájaros del sueño volaron al olvido!
Entonces/
en su ingenuidad el Hombre se descubre
un niño vestido de pelambre.

¡Desamparado, despierta!...

Silencio.

¡Sólo algunos parecieran tener
raciocinio y conciencia del todo!
Pocos el rayo cósmico de la imaginación...
atleta que sortea los senderos sin destinos.

Algunos comprenden que el amor
su placer su dicha
construye el tiempo sin edad de la vida/
que el dolor de su ausencia hiere al infinito/
que la centella inasible como el viento
se aplaca en la sangre de la ternura.

¡Miseria del espíritu
la peor de las miserias!
A espaldas aún/
de la mirada inquieta y pueril del Hombre.