Beatriz Arias, Buenos Aires, Argentina

No quiero morirme en este juego
aunque en este juego sé que puedo morirme.
Que cada hora merecerá mi vértigo
y cada gesto mis riesgos inmediatos
que voy comprando mi vejez despacio
o el segundo de hielo
con alguna moneda del misterio,
que tiemblan diariamente
mis ojos de ceniza.
Cada calle me inventa citas y regresos.
En los techos de alguna plaza eterna
se quedarán atrapadas las sonrisas,
los nombres que ahogan los espejos
se robaron mi historia.