UN SOLO DIA, Víctor Hugo Tissera, Cañada de Gómez, Santa Fé, Argentina

Yo vi pasar bajo mis ojos
la lentitud del tiempo y su arrebato,
y vi crecer desde su hueco
un incendio de luz en la alborada.
Quise callar el silbo de las horas
cuando se siente del dolor
su ardor adentro
porque tenía yo, para vivir de nuevo
el resplandor de días inocentes
con el remanso urente de la sangre.
Después, creí tocar la piel del universo
y sobre mis comienzos tuve miedo.
Entonces supe, que la noche abre,
sus brazos de nieblas y de silencios
para incitar los signos de las sombras.
Cerré los ojos, como si quisiera,
sorber la claridad de esa oscuridad entera,
y comprendí que me quedaba
en el temblor deshabitado de mis lluvias,
la eternidad de un solo día.