A la orilla del río, Lady López Cepeda, México

Hay poetas que tocan al mundo con su pluma,
descansan en los dedos de Dios
cuando el vendaval es un suave sollozo.
Van a la orilla del río a recogerse del caos
y su grito en las tinieblas abre la cicatriz de la noche.
La palabra suena a rictus en el silencio:
una oda y un laurel conjuran su eterna agonía.
A la hora de su muerte,
una paloma vuela sobre la línea del fuego.