¡Calla!
¡Te he dicho más de mil veces que no intervengas!,
¡que no indagues!, ¡que no supongas!
y no quieras llegar hasta el rincón más sutil de ahí dentro,
donde tu solo sabes y tocar las fibras que sangran sin clemencia,
que gimen y me utilizan… ¿No ves que lo hechas todo a perder?
¡Calla! ya no me digas más, siempre me utilizas,
tratas de embrollarme, de aniquilarme y
confundirme cada vez que se te pega la gana,
con tus estúpidas y asquerosas teorías,
sin ni siquiera tomar en cuenta lo que siento,
lo que deseo, lo que ambiciono, lo que apetezco,
lo que me hace inmovilizar el estómago y mantenerlo contraído,
y el agua salada al borde de los sentidos…
¡Calla! Maldita sea ¡calla!
no quiero escuchar el eco de tu frecuencia pidiendo
sin concluir a cada minuto,
o segundo que transcurre que acepte tus imposiciones,
suplicas y me haces caravanas,
y reiteradamente realizas ese embustero juego de tu truculento zarandeo
¡exiges demasiado! ¡No te entrometas!...
Te lo he dicho hasta el cansancio, me agotas, me enloqueces,
me haces alucinar y vomitar del esfuerzo sobre natural
que tengo que hacer para que dejes de estar convulsivo, jadeante y demente…
¿Qué no te das cuenta cuan lacerado, flagelado, y crucificado estás?
No me hagas llegar a la conclusión de que te gusta que te ejecuten una y otra vez,
que te introduzcan hasta agujas, clavos, dagas, y flechas
hasta más allá de lo que cualquiera puede aguantar…
¡Eres necio!, ¡insolente!, ¡impertinente!, ¡idiota! e ¡impúdico!
al pedirme de rodillas, suplicándome casi hasta el punto morir que lo acepte,
que lo admita, que lo permita, una vez más…
¿Qué no ves que aniquilado estás a punto de caer?
¡Cállate!, ya no más, ya no más, no te permitiré intervenir,
¡Cállate!, ya no más, ya no más, no te permitiré intervenir,
porque cada vez que lo consiento, por tu ridícula frecuencia
pidiendo sin concluir a cada minuto,
o segundo que transcurre que acepte tus imposiciones,
porque tú con tus súplicas y tus caravanas,
que reiteradamente realizas con ese embustero juego,
el truculento zarandeo, y tu tonto palpitar
nos hacen agonizar poco a poco sin compasión alguna…