No te entrometas//Magalí Sauceda-Tapachula. Chiapas. México


¡Calla!
¡Te he dicho más de mil veces que no intervengas!,
¡que no indagues!, ¡que no supongas!
y no quieras llegar hasta el rincón más sutil de ahí dentro,
donde tu solo sabes y tocar las fibras que sangran sin clemencia,
que gimen y me utilizan… ¿No ves que lo hechas todo a perder?

¡Calla! ya no me digas más, siempre me utilizas,
tratas de embrollarme, de aniquilarme y
confundirme cada vez que se te pega la gana,
con tus estúpidas y asquerosas teorías,
sin ni siquiera tomar en cuenta lo que siento,
lo que deseo, lo que ambiciono, lo que apetezco,
lo que me hace inmovilizar el estómago y mantenerlo contraído,
y el agua salada al borde de los sentidos…

¡Calla! Maldita sea ¡calla!
no quiero escuchar el eco de tu frecuencia pidiendo
sin concluir a cada minuto,
o segundo que transcurre que acepte tus imposiciones,
suplicas y me haces caravanas,
y reiteradamente realizas ese embustero juego de tu truculento zarandeo
¡exiges demasiado! ¡No te entrometas!...

Te lo he dicho hasta el cansancio, me agotas, me enloqueces,
me haces alucinar y vomitar del esfuerzo sobre natural
que tengo que hacer para que dejes de estar convulsivo, jadeante y demente…
¿Qué no te das cuenta cuan lacerado, flagelado, y crucificado estás?
No me hagas llegar a la conclusión de que te gusta que te ejecuten una y otra vez,
que te introduzcan hasta agujas, clavos, dagas, y flechas
hasta más allá de lo que cualquiera puede aguantar…

¡Eres necio!, ¡insolente!, ¡impertinente!, ¡idiota! e ¡impúdico!
al pedirme de rodillas, suplicándome casi hasta el punto morir que lo acepte,
que lo admita, que lo permita, una vez más…
¿Qué no ves que aniquilado estás a punto de caer?
¡Cállate!, ya no más, ya no más, no te permitiré intervenir,
porque cada vez que lo consiento, por tu ridícula frecuencia
pidiendo sin concluir a cada minuto,
o segundo que transcurre que acepte tus imposiciones,
porque tú con tus súplicas y tus caravanas,
que reiteradamente realizas con ese embustero juego,
el truculento zarandeo, y tu tonto palpitar
nos hacen agonizar poco a poco sin compasión alguna…