A UN
ALMA BUENA
En cada
primavera
y al final de la tarde
se siente por la casa
el amor de la madre.
Un niño
se impacienta
y no quiere el jarabe;
la madre lo acaricia
y la luna le trae.
El niño
se ha dormido.
Lo contempla la madre.
La noche se hace débil
en la noche de nadie.
Un
ángel que pasaba
no ha perdido el detalle
y ha dejado una estrella
cerquita del jarabe.
En la
luna más honda
que recorre la calle;
aun se siente en la casa
el amor de la madre.