EL CULEBRO Y LA VACA.
Bajo la cemba del prado,
por donde corre la madre,
maté un culebro, María,
¡mira qué grande!
Yo estaba medio espurrido
al zumbo de unos zarzales,
abandonado a unas cuentas
que de tan claras no salen.
En esto escucho un silbido,
echo un vistazo, no hay nadie;
la vaca al fondo, muy sola,
y yo avizor a esta parte.
No se oye más en el prado
que los zumbidos del aire;
así que vuelvo a los rumios
por los que andaba endenantes.
Pero la vaca se enerva,
levanta el morro, no pace;
¿qué es lo que pasa, Garbosa?
¡Ay, ay, ay, ay! ¡Miserable!
Era un culebro, María,
nuestro presunto ordeñante;
sentado sobre su cola,
erecto, todo gaznate.
Le eché la mano a la gorja,
bien ocupada en el trance,
y lo afogué en un latido
de la pasión y la sangre.
Aquí lo tienes, ¡qué lomo
para adobar con tomate!
La leche que nos birlaba
nos la devuelve hecha carne.
Del libro “Tierra conmovida”
Nota:
-Cemba: margen, caballón
-Espurrido: extendido, estirado, recostado
-Gorja: garganta