CONVOCADO
Rescoldos del fuego bruñen mi sangre
y se erige mi figura que lame
los charcos de vidrio sobre el campanario
en fría dimensión de un ángulo oscuro.
Me convocan del grito al rugido,
trepana mi esencia batir de mi vuelo.
Voy desnudo sangrando la boca y el beso,
no hay verbo que pueda explicarme
el ardor que ha convertido mi alma
del rezo quedo a la garra que abate
esa prisionera piel que en rito
nuevamente me eleva del espanto.
¿Acaso crees que soy un regalo
por un tibio ángel dado?
Soy un beso de íncubo extraído al
fuego y vertido directo a tu ahogo.
Cuando la clemencia no se haga
y sea el vicio de tu propio placer
adherido a vos sorbiendo tu calma,
entonces sentirás lo que el deseo
en puro impudor ha producido.
Rayo de mis propias tormentas
te haré sentir caliente el látigo
lloviéndote los muslos hasta el vientre
me iré bebiendo el temblor de tus desiertos
tiñéndolos en totalidad de azabache.
Mejor hubiese sido dejarme dormir
el hielo de mis quebrantos.