LLAGAS
Con los estigmas del infierno te espero. Un sol amoratado me sirve de testigo. La música se convierte en una letanía de presagios, malos presagios. Las astillas del viento se hunden en mi carne ardiente. Los árboles se eclipsan en la niebla y se reducen a siluetas amorfas, casi fantasmales. El dolor se regocija en cada llaga del alma. El cielo se parece mucho a un alarido gris, de bestia herida. De repente, todo estalla en sombras rojas. No volverás. Esa certeza es la lluvia ácida que extinguirá todo vestigio de mi savia polvorienta y maloliente. Esa certeza es, hoy, mi única verdad y la postrer salvación que repica en las campanas llamando a duelo.