ANDREA NARANJO / COLOMBIANA RESIDENTE EN EEUU

El hombre del ocaso
Sangraba su alma
y atornillado a la vida
se aferraba al cemento
de la calle.
En una esquina
parpadeó por última vez
y susurró al viento
El Poema de los Dones.
La sombra lo envolvía
y los rostros
ya difusos en su memoria,
se tornaban grises
y amarillos
como el amarillo tigre
de la infancia.
El hombre de la esquina
lloró para siempre
por todas las voces,
ahora,
abaleadas también
por el silencio.