Preocupa este dolor de mirada vacía
y pie descalzo entre unos pocos sueños,
el vientre con su esperanza lunar
repartido ya por si acaso.
Estamos como siempre
enumerando la sombra de los despojos,
aunque otros maldigan al viento.
Alza la espiga
eco de luz
mientras un hombre camina solo
irremediablemente anónimo.
S fuera posible incendiar
los definitivos corredores
donde anida ese mal
que nadie prolonga en la palabra...
Desde la remota siesta del café virgen
hasta el sangriento destino de las calles,
no puede la plegaria
no alcanzan los olvidos.
Cuando una mano encuentre su rumbo
para surcar este cielo sublime
junto a otras,
los mártires tendrán calma
en la bóveda azul de la memoria;
al barro volverá un aire viejo,
se cantará la bienvenida y el hombre
irá con el sol a imaginar mañanas.