Marcelo Manuel Oviedo


A UN ALMA BUENA

 

En cada primavera

 y al final de la tarde

 se siente por la casa

 el amor de la madre.

 

 

Un niño se impacienta

 y no quiere el jarabe;

 la madre lo acaricia

 y la luna le trae.

 

El niño se ha dormido.

 Lo contempla la madre.

 La noche se hace débil

 en la noche de nadie.

 

Un ángel que pasaba

 no ha perdido el detalle

 y ha dejado una estrella

 cerquita del jarabe.

 

En la luna más honda

 que recorre la calle;

 aun se siente en la casa

 el amor de la madre.