Octavio Paz


PALPAR

 
Mis manos
abren las cortinas de tu ser
te visten con otra desnudez
descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
inventan otro cuerpo a tu cuerpo

Ion Heliade Radulescu


A un poeta exiliado

" A vivos y muertos juzga el
templo de la inmortalidad donde
el ruiseñor canta en el amanecer
de la primavera donde el hombre
no es sólo dolor y sombra densa
y significativa.
"

francisco josé malvárez [sacanueces]


“Desperté con la muerte atrapada entre las manos,
quizás el tiempo se ancló a mitad de mañana,
antes que la sombra desapareciera bajo los pies.”

El aire fresco me vio cruzar la galería,
pasar frente a vos y bajar por la anchura de escalinata de rústica roca,
pero los pájaros estaban callados,
menos los míos, los del alma, que lloraban a los alaridos.

No escuchaste nada, o si, no sé,
iba apenas con unas medias grises, casi descalzo,
negras mis botas las apretaba contra mi pecho en un abrazo desesperado,
tomé la vereda de las margaritas y apuré el paso.

Te escuche gritar: -¿¡adonde vas!?-
desde el balcón, allá arriba, en la galería me lo decías,
desde donde me veías partir,
-a morir -murmuré entre dientes apretados.

Por el sendero que se descuelga hacia el río,
mientras el corazón latía agitado,
me di cuenta que no entendía
la razón de mi existencia.

Atormentado estaba, ni más ni menos de cómo había vivido,
el monstruo y yo caminábamos por última vez de la mano,
sobre los mismos pies, hacia la misma garganta oscura,
él tampoco se resistía.

Me detuve en el lugar donde terminaría la historia,
no estabas y nunca llegarías,
eso si que deseaba con el alma,
¡realmente deseaba que llegases!

Luego un árbol,
la rama,
el alambre,
mi cuello,
el cimbrón,
mecerse pendularmente
y entrar, por fin, en la nada,
con la última imagen bondadosa:
de verdes y pájaros y aire fresco y el sol colándose entre las copas de los fresnos, acacias, cipreses y moras,
y abajo el río,
el último testigo, silencioso testigo,
llevándose para siempre mi pesadilla.

Vos no estabas.

ADRIAN CAMPILLAY


1.
cada paso del dolor
es un camino
sin salida en el tiempo
arruga de la tarde
en cansado rostro de los días

la pregunta sin luz en el fondo del corazón herido.


2.
sin querer el cielo nos aplasta
la tierra se abre boca de lobo
desamorada figura o montaña donde me pierdo

hacia la soledad sin sentido

es así niño que muere
voz arrancada

grita, dentro de mí.


3.
y cada espina,
es un camino.

hoyo en la figura del tiempo
soledad del barro y la piedra
juventud lunar.

4.
el dolor naufraga sin querer
no puede ser totalmente nuestro
atraviesa los puentes entre las personas.

así el agua del día lava la sed nocturna
las sábanas huelen a miel y sangre
el desayuno descansa junto a las naranjas y los panes
inútiles
se amigajan
contra pezones luminosos.

sin doblarnos tocamos el suelo
la voluntad es el oro la empresa el alma
y siendo niños
recordamos
lo que va a pasar

¿por qué es así el tiempo: río arriba?
¿y los árboles?
no pueden protegernos
sólo oyen pasos
voces
de los pasos ciegos
ánimas del amor incomprendido
entre las palabras del futuro
y la montaña hundida en el horizonte.






PATRIA

 

 

Entonces la Patria
fue también la calle donde estuviste solo
el aire de las guitarras silbando despacito
un sonido que se arrastraba

mujer que iba a dar a luz
y sólo tenía dos manos negras de clausura
dos manos ciegas
con dedos y uñas y ningún color
ninguna voz amiga
porque la Patria fue también los muertos
las tumbas sin nombres
los hijos inconclusos
de una mujer abandonada
los sueños fusilados
de una generación de pájaros
cuyo número no cabía
en la combinación de los candados
ni en el dorso de los cheques
ni en las partidas de defunción
ni en un poema.

Silsh (Silvia Spinazzola)


NEGRITA

 

a Mercedes Sosa
Duerme, duerme "negrita"
que la luna tucumana te despide.
Pachamama en reunión con los descalzos,
frente al tambor legüero y con la zamba.

El oído será un broche en la memoria
de tu inmensa geografía solidaria.
Siempre que haya una voz cantando al pueblo
será la carnadura que te nazca
y te vuelva a nacer de las cenizas.

Duerme, duerme "negrita"
que aunque nos gane la orfandad bajo tu árbol
siempre será posible ser por tu garganta.

Por el río va la Eulogia en su canoa
la Violeta te regala el cumpleaños
Alfonsina y el mar le hacen un nudo
al pañuelo que el Cuchi va agitando.

Y no bailarás sola.
Tendrás toda la tierra florecida
por un coro de quenas y cigarras.
Toda la trova con la Walsh van a cantarte
su serenata con armónica y charango
al compás de Serrat, Heredia y Charly.

Duerme, duerme "negrita"
aunque nos dejes pedazos de tu poncho
cubriéndonos de luto, vino y arte.

Un zorzal te llevará a destino
donde Tejada juega al tute con don Ata.
Será el polaco quien recite en tu gran fiesta
junto a Matus, Tuñón, Castilla y Jara.
Allí Piazzolla discute con Falú
si el bandoneón puede arrimarse a una vidala.

Duerme, duerme "negrita"
que te arrullan tu hijo, tus queridos
al calor de una caja de guitarra
y se encienden fosforitos en la noche
de aquellos que no están y aún esperan.
Nuestro aplauso será canción de cuna,
polleritas al viento del futuro.
La palma de la lengua, una bandera
de América latina y su coraje.

Será un himno tu voz, una esperanza.
Y la estrella del Sur dará las gracias
a la vida, a tu canto
sólo por coincidir
en esta travesura de creer, de pensar
de amar la libertad para elegir
cómo amasar el pan.

Duerme, duerme "negrita"
que tu mama está esperándote ...
"negrita".

   

JUAN POMPONIO


NÁUFRAGO EN VOS

 

Náufrago invisible

perdido en el mar de tu grito.

Un incendio de algas arrasa la tarde,

el crepúsculo atormentado.

Todo se ilumina de estrellas,

llega la noche embriagada de luna.

Besan tus labios

pétalos blancos

mojados de lluvia.

El faro del silencio

descansa en tu mirada

destellos marinos.

Profundos maremotos acosan tu sangre:

tiembla tu piel dormida.

El faro enciende

una brecha distante,

olas eternas que atraviesan las rocas

llamaradas mojadas

que estallan en el aire.

 

 

LÁMPARA

 

El erótico jugo

apenas se desliza.

No se ve,

corre entre tus muslos,

cae en el suelo

dibuja la forma de tus sueños:

levanta vuelo una mariposa manchada.

Lleva parte de tu sangre.

Se mezcla en la noche,

se pierde entre pasillos:

Noche de una sola luna colgada del techo

como lámpara antigua.

Pero no lo es.

Es el jugo del cielo.

Y transforma el destino.

EFRAÍN HUERTA


Absoluto amor

 

Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.

Gota de anís en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.

Te miro así
como mirarían las violetas una mañana
ahogada en un rocío de recuerdos.

Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.

Así lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.

JULIO CORTÁZAR


Los amantes

 
¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos

 
 
 
 
El encubridor

 
 
Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.

Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.

A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.

A fojas uno, si, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.

Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta

Teodoro R. Frejtman


 
 
Hasta el mar se embaraza de cigüeñas
desde el vientre que sonoro en la montaña
da gemidos titilantes mientras gesta
los rumores de paloma piel torcaza.
Por el surco de la viña huele a vida
este brote que de sangre se arrebata
en el vértigo de fiesta, en los azules,
de unos ojos que inauguran su mirada.
Nueve lunas han parido por la tierra
en dolor, la alegría hecha madraza
con el nombre ensayado del otoño
en un tiempo de arrumacos sin distancias.
En el pueblo las canciones de la noche
por un hijo engendrado en la comarca,
se convierten en un vino libertario
del que beben serpentinas las guitarras.
Mies y fruto, por el alba sed y leche,
geografía de la luz entre las sábanas
al gorjeo irrepetible que los sueños
atesoran por el valle y a sus anchas.
De preñeces y de amores ha nacido
el retoño de una hembra, madre y dalia,
inundando los setiembres de un paisaje
con arrullos de tibieza en las pestañas.

Bugambilia Solis Cervantes


Solo Pienso En Ti

 

Todos los días te quiero

 me duermo y te sueño,

 me despierto y te pienso

 solo pienso en ti

 aun que jamás estés aquí.

 Aveces pienso en ese miedo de mi cuerpo

 cuando te digo que te quiero y pienso

 en ese aroma que esparce tu desnudes.

 Te quiero en cada sombra de mis pasos

 te quiero en cada aroma de cada flor

 y pienso que no estás

 en mi corazón... Porque eres Mi Corazón

 y no lloraría por ti, simplemente Moriría Por Ti.

 Te pienso, Te sueño, Te recuerdo,

 Te imagino, Te quiero, y ya no hay nada

 más que decir.

Zulay Marlenne Moscosso Monroy


Cierro mi libro -

 la brisa rompe

 el silencio de

 sus páginas

 emergen los

 dactilares

 recuerdos

 hechos

 personajes-

Fernando Barrenechea Neglia


MURIÓ EL AMOR

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 Donde estarás amor mio

 tantos días de mi lado te has ido

y de mi no te has despedido.

 

Ya no escucho tu amoroso latido

 tal vez en silencio te fuiste

 para no descubrir

 lo mucho que has mentido.

 

Cambiaste tu actitud

 al dejarte arrastrar por tu juventud

 Ahora ya nada será igual

entre nosotros

 sabiendo que tu corazón

 lo ocupan otros.

 

Solo a la distancia

 te veré ser feliz a tu manera

 y no regreses diciendo

 que el amor de tu vida yo era.

 

Acabaste con este iluso

 y lindo sentimiento

 Sabes que te amaré siempre

 que te digo la verdad y no miento .

 Mientras con sinceridad te amaba

 tú con mi corazón jugabas

 .

 

Aciaga la hora que llegué a conocerte

 desde ese momento nunca dejé de quererte

 ahora con tu ausencia

 me ocasionas la muerte .

 *****************************

Andrea Valentina Crosa


Oda al odio

 

Odio tener que alquitranar mis párpados para tocarte,

la media falta y la llegada tarde,

el café frío, el escalofrío y la burla inmutable.

Odio alquilarme frases desacorraladas

y festines a la carta que me inviten a volar,

odio a los que no se dan el gusto de creer un poco

y a los que no creen en nada.

 Odio los sedimentos,

odio a los que irrumpen hambrientos

 y sobre todo odio a mi corrector de texto,

cuando mis palabras inexistentes

deciden suicidarse por no estar.

Rogelio Ramos Signes


Cualquier otoño

 

 

 

Hoy hace cien años

 

         aunque no sé a qué hora

 

nació mi padre,

 

mi padre que ya no está,

 

que partió con cierto apuro

 

hace casi dos décadas.

 

Vino mi padre en un vientre malagueño

 

que llegaba en un barco

 

          para derramarse aquí.

 

Vino en un vientre

 

          a la tierra del vino,

 

a mezclarse con él

 

antes de cualquier proceso.

 

Estoy hablando de uvas

 

          de las uvas que amaba mi padre,

 

que era hombre que amaba

 

los frutos de la tierra,

 

          en San Juan

 

donde la tierra es mezquina,

 

a fuerza de piedra y piedra

 

          y esa arena tan gris.

 

Me cuesta imaginar

 

este país hace cien años,

 

el puerto de Buenos Aires

 

vuelto hormiguero

 

por inmigrantes pobrísimos

 

que cuidaban sus nadas

 

en valijas de cartón y de flejes,

 

sus atados de ropa, de tela cualquiera

 

convertida en seda

 

          sólo por el uso.

 

Me cuesta imaginar el presente

 

          de ese ayer de expectativas

 

en un país que nada iba a regalarles

 

para que dejaran de ser esclavos

 

y se convirtieran en esclavos

 

          de sí mismos, todo el tiempo.

 

¿Quién era el presidente ese año

 

en que nació mi padre?

 

¿Quién quería derrocar a ese presidente?

 

Debe estar en la prensa

 

      si es historia de traiciones.

 

¿Cómo fue el trayecto

 

de Buenos Aires a San Juan por tierra

 

          luego de tanto mar?

 

Nadie puede responder a esta pregunta.

 

Los archivos hablan de otras cuestiones.

 

Las estadísticas registran el paso

 

          de apellidos gloriosos,

 

no la sombra de gente

 

con futuro de labranza.

 

Hoy hace cien años que nació mi padre.

 

No sé a qué hora.

 

Seguramente las calles

 

          estarían cubiertas de hojas,

 

y esas hojas serían amarillas

 

          como en cualquier otoño.

 

Sólo sé que fue en Albardón,

 

ligeramente al norte de la ciudad de San Juan,

 

entre Villicum y Pie de Palo.

 

¿Cómo sonaban en los oídos de esos inmigrantes

 

nombres tan extraños?

 

La pregunta se responde sólo con supuestos.

 

Cerca de las aguas termales de La Laja.

 

Cerca del mármol travertino

 

que hoy se encuentra en cualquier punto del país

 

          nació mi padre,

 

un españolito que vino al mundo

 

hace cien años, a la luz de estas provincias,

 

y al que, a pesar de no creer en Dios,

 

          Dios lo guarde.



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Génesis, mutilación y encierro

 

de un hombre que siempre retornaba al Oeste

 

 

 

Me tapé con tierra.

 

Tenía unas ideas que debían florecer en frutos venenosos,

 

por eso mi padre se encargó de rodearme con semillas

 

para disimularme en el temporal de su cariño.

 

Estuve en contacto con las lombrices

 

desde mi primera infancia,

 

ajeno al caribe de las enciclopedias,

 

cargoso con mi pequeña cicatriz,

 

intravenoso, impersonal.

 

Luego vino el mes de las nevadas

 

y ayudé desde abajo la escaramuza de las larvas.

 

No es extraño que llegara entonces

 

al borde del arroyo

 

con corazas de plástico y sonidos espaciales

 

a rescatar del olvido

 

el viejo caserón que me sirvió de escuela.

 

Ahora soy un trozo inofensivo de tierra y tétanos.

 

Cuando mi familia me lo pide

 

hago las veces de árbol navideño

 

y los hijos de mis primas me llenan con foquitos de colores.

 

Por lo demás (en días de cosecha)

 

siento un gusto especial por todo lo folk.