Angélica Hoyos Guzmán

DUELO COLOMBIA


Nos quedamos tristes y no pasó nada.







Cada mañana al alba,



el café caliente acelera el pulso,



Salimos del útero encendido,



cuando hay familia.







Alargamos los pasos con caras de gente segura,



perros detrás de la reja,



mostramos filosos colmillos.







Saludamos cuando hay que saludar,



pero el recelo no nos abandona.







En la calle, gruñimos al transito,



los autos nos muerden a tiempo,



llevamos las manos empuñadas,



enrojecidas y con cicatrices abiertas.







El noticiero del medio día:



el almuerzo de los muertos,



nos hizo hipócritas del dolor,



de aquellos que se con-duelen,



y pasan las páginas con limonada fermentada,



se sigue la vida con esa rabia adentro.