Reinaldo Muñoz

Contraseñas


Y volver a jugar tus juegos y delirios
por toda la ciudad prohibida,
reconociendo cada uno
de tus signos y arbitrios
como contraseñas
de un misterioso amor
frágil de sustancia
simple de pecados mundanos.


Nos hemos dado al encuentro
azaroso
dos cuerpos sin límites
que se niegan a morir
en el silencio
de
la estrellada noche.


A decir verdad,
no se bien como llegué hasta aquí.
quizás sea,
por el amor al extravío.



Amo perderme así, en el laberinto salvaje
de tus territorios
en lo profundo y latente
de los sonidos
de tu alma
perdido en tu mirada
siguiendo tus pasos
en busca de la redención
del imperfecto amor
de tu piel
y
de tus alas.