Magno González Arrascue.

PARA QUE QUEDARME.


Para que quedarme,
si tu silencio inunda mi aliento,
si tu mirada entristece estos mis ojos,
si tus labios mueren con mis letras,
y tu corazón hilvana una partida.

Para que quedarme,
en el sitio que muero cada día,
en esta hoguera que quema mis instintos,
a la penumbra que haces con palmadas,
y al día, como hilo aborrecido en cada palabra.

Para que quedarme,
en la orilla de tu corazón ya cansado
en tus manos que construyen este hielo,
en tu mejilla que se parte en cada beso,
es morir a patadas, sin contar ya cada golpe.

Para que quedarme,
con la flor en mis manos ya marchita,
con mi risa que me suena a un lamento,
con mi voluntad golpeada hasta mis pies,
es como morir pidiendo a gritos mi cadalso.

Me iré,
con el viento viajando muy de prisa,
hasta cansar el camino que me espera,
llegar hasta mi poesía que es mi destino,
en este cansancio que no piensa en mi trajín.

Me iré,
hasta engrandecer mi voluntad,
hasta encontrar mariposas de colores,
manos tersas que aprieten mi cariño,
abrazos fuertes que sollocen de alegría.

Me iré,
con mi pecho que sugiere otro mundo,
con el viento y con el sol, que derramen mi alegría,
con la luna y el silencio, que susurren muchos versos,
hasta ver la luz, de tus ojos que me esperan.


Anoche suspire a tragos cortos,
en la estación de la partida,
porque la dicha es una fruta que está cerca,
allá en los montes de tu risa,
allá en mansión de mil razones,
en la ciudad que revienta luces en mi cielo,
en las calles que se tienden a mi llegada.
y el abrazo se hará fuerza en cada hora.



JUNTOS


Con el peso de mis sentimientos,
hago frutos cada día con mis manos,
llenare tu corazón con la sabia de mi amor,
en la distancia ataremos el amor que nos tenemos.

Eres cause de mi rio,
eres luz de luna en mi ventana,
eres sol que acaricia mi mañana,
en la dicha de nuestro amor en cada día.

ayer fue soledad en mis sentidos,
porque estabas lejos sin tenerte,
porque tu estrella no llegaba a mi vera,
porque tu sonrisa era frase de otro cielo.

Hoy palpitas con mis horas y mis días,
en la canción de nuestra sinfonía,
en la dulzura de la primavera que ya llega,
con sus flores y colores para nuestros corazónes.

Para siempre correrán los días por nuestras venas,
por siempre tu mano estará apretando la mía,
por siempre tu corazón será el mío,
porque ya nació el día de nosotros.