René Dayre Abella

SOLITUDE IV

A Ivette Marie, por si un día le asalta la soledad.


En aquel viejo templo
Sostenido apenas por cariátides que se desmoronan
Y los espectros deambulan con los ojos y los labios calcinados,
Te descubro espiándome desde un rincón.
Oh, tú, mi antigua compañera.
Y te unes al desfile espectral,
Para luego desvanecerte en la nada,
Y regresar rediviva en las notas lánguidas de un adagio.