Juan C. L. Rojas

El frío de las calles


No sé si te percataste
de las penas que pululan
en los rincones de las calles.

No sé si sentiste alguna vez/
la ingrata emoción de los silencios...
de las voces sordas...
y el perfil violento y ciego
de indiferencias y desidias.

Insisto/
por si acaso sea tu sordera también
una muralla de adoquines.

¡Cuántas monedas ruedan
en naderías despilfarradas
cruel vertiente a las miradas que espolean
el hambre enloquecido!

Y mientras gira esta ruleta
insensible metal
que no siente el lamido del despojo
hay tristezas...
tristezas que pierden puerilidad en los andenes/
seres que adelantan el tiempo del dolor
en las miserias heredadas.

¡Cuántos decretos rubricados y ninguno asomó/
para fundar la alcancía lejana a los corruptos!

No sé si mediste alguna vez
esa hermosa sensación
de dormir tus días sobre flejes duros y oxidados...
Oye no te hablo de tarimas y teatros/
te hablo de la vida pasando por los huesos.

¿Se enfundó tu niñez acaso
en los harapos de colchas perforadas?
¿Sintieron tus manos de niño duro
la ondulada y oscura pared de cartón
que apenas corta el calor de las estrellas?

¿Se empolvaron tus pies
al bajar sobre la escarcha
en el frío amanecer?

...¡Ah las manos materna
de calor frotado sobre la frente tempranera
luchando las discordias
del pan de cada día!

¡Mira!
¡Alguien se encorva allí a tu lado!
No te olvides de tu hermano...

Mientras caen papeles accionarios
y tiembla la avaricia
tal vez estés aún
envuelto en gamuza y algodones
pero también la vida es hoy
para los que están
en el frío de las calles.