Francisco Mir Mulet.

Rock de urgencia
A los enfermos del SIDA.

Me arden los ojos
la noche penetra por las córneas heridas
tengo en el cuerpo un arrebato de guitarras y pianos.
Es mi turno y los árboles van a delirar
el público responde
pido que levanten las manos
y ya hay quien quiere quitarse la ropa.
Es el momento de hundir los dedos en las teclas
estirar al máximo las cuerdas
reventar los micrófonos.
Digo que me canso
que la soledad es un baño de señoritas
la multitud me sigue
confesaré mis pecados
no tengo la culpa de seducir tanta corteza y añil
no soy rayo, oscuridad
filósofo cantor, ni bautizado.
Sé que este es mi turno y voy a actuar
tocaré todos los instrumentos posibles.
Mi canción es metálica
no olvido lo discriminado que fui
todavía camino marcado entre la gente
y hay vecinos que no te saludan
otros violan tu mínimo resplandor.
No agredo. No mato. No traiciono. No miento.
Exijo que vuelvan a cantar conmigo, que levanten las
manos
hago que todos sueñen, olviden sus personales
fusilamientos
cárceles privadas,
íntimos
homicidios
los expedientes malditos en la conciencia.
Propongo saltar con fuerza
explico el sexo vacío: sentidos capados
señales de tránsito
grifos abiertos
el final de la calle, la basura
bombillas que no encienden
la reiteración, el autor omnisciente.
No robo, no mato. No miento.
Sucede que fornico
¿Todavía me escuchan?
No violo. No agredo
Soy un monstruo familiar, domesticado.
Mi Isla, mi montaña es Dios
Dios me salve, Señor, por favor.