Susan Urich, Venezuela

quicemenosuno



La primera piedra anclada

a un tendón de la memoria

tiene una voz negra

que se arruga la camisa

esperando un silencio

que suene a palabra

estrellándose

contra el cielo interno

de un párpado




quinceyuncuarto



¡Asombro!

No es mía el hambre

que muerde mi estómago

pertenece a la daga de plumas

que ante mis ojos

rasgando la piel del aire

arroja la muerte

sobre su presa



quince



Tumbarme boca arriba
boca abierta

Trazar una línea recta
entre las pupilas
y un enjambre de nubes

andar un poco
zapatos nada

ir al centro de la corriente

donde el viento me esquiva

para seguir su camino.



quinceymedio



Sólo me queda

la palabra herida

el cuervo rojo
de amarilla pupila

la flor silvestre, trasnochada

y la mano abierta, extendida
que he sembrado

en la piel de un viejo árbol.