Graciela Wencelblat, Buenos Aires

EL VUELO

El corazón despavorido
ha vuelto
con un dejo de infancia.
Con la muñeca de trapo
encendida de caricias.
Todo ha vuelto con las
constelaciones del viento.
Saben que me cansé de
la penumbra
horadando el hueso
y no lograron matar
mi esencia de pájaro.
No sé si fué la lluvia
o un aluvión de lágrimas
que encendieron el borde de las alas.
Para que siga el vuelo.