Beatriz Arias, Buenos Aires, Argentina

Las puertas que se guardan secretos desde siempre
que apuestan a los ecos del saludo,
que mueren sorpresas y atestiguan preguntas
y respuestas, como alas de silencios
que devoran el aire.
Las tapas de los libros
y de los cuadernos
son permanentes puertas.
Tiemblan en los refugios, juegan
con una tarde de sol. El viento las
sorprende, las manos las ordenan,
la noche las confunde y entonces
se les oyen indescifrables voces de
madera. A veces hacen cantar sus
vidrios y delirar sus bronces.
O se vuelan en las tormentas
como halcones metálicos.
Van y vienen, se estiran
y se contraen, las puertas como
enormes bocas sabias, atesoran
murmullos, enmudecen y cuentan
protegen y liberan, continúan y
encierran. Todas están heridas donde
decide la vuelta de la llave.
Otras, las del destino, disponen entradas
y salidas, como páginas inevitables, invisibles.