Atardece..., Andrew Arcipestre Díaz, Uruguay

¿Qué tendrá de impúber
esa mandrágora lunática,
que, cruel, se desliza hacia la derecha
y luego adelante y da otro paso
y golpea la mesa, y el mantel celeste se mancha con vino?

¿Qué tendrá ese conmovedor paisaje?
Un ágora de estrellas espinándole el vientre al solsticio,
con dedos silentes, se ha roto una cuerda más
en el sonrosado laúd del tiempo.

Eos ensordecida perdiendo al balero.
Sol de los soles de medianoche y lunas de las lunas de mediodía.
Mujeres que entrechocan sus codos,
remedando con suprema decencia el horizonte.
No debería haber mejor residencia que en el mar.
No debería…

¿Qué tendrá esa conjura del pestañeo divino?
¿Qué tendrá que, sin saberlo, entra aún a través de los párpados?
Esa legión de niños anaranjados
corriendo contra las olas y volviendo
y chillando, como aves de avellanadas plumas.

Ese pacto de sangre entre hermanos gemelos.
Ese ladino zarandeándose entre el pasto y el amor.
Ese ciclo uterino que, inefable, fertiliza los oídos de Tetis.
Ese laberíntico índice, bajando interruptores en el cielo.
Siempre en hora, siempre ella
azulejando el espacio inalcanzable.

¿Qué tendrá? ¿Qué tendrá?