madre te hablo desde el otro lado de la noche
donde el vuelo del viento es tímido y melancólico
donde el frío se alimenta de la carroña
disfrazado de creyente
bajo el juramento que nos une
procure no arriesgar tu vida
me alimento hace días
de los restos de mi hermano
ya que aquí solo se respira tolueno
y me estoy sofocando
siluetas de muertos
solo me llevan a pasillos sin fondo
donde niñas juegan con su virginidad
seres transparentes se desdoblan
entre mis pensamientos
mientras un río corre con cabezas de cordero
ya han pasado varios siglos desde aquel aullido
y como un eco difonico
se arrastra en las caderas de mi voz...