Elogio de la soledad y tu silencio - Luis Angel Llarens, Corrientes, Argentina

No es fácil estar solos, se necesita temple
para decirle no a tantas cosas
(y seres) que se empeñan en aguarnos la fiesta.
Solos para el provecho de encontrarse a uno mismo.
Solos para la música y el verso
que deseamos nos deje columpiados y absueltos.
Pero está el enemigo -a veces muy cercano-
que no entiende y desata
su verborrea injusta
o su música artera; su invasión alevosa.
Si entre dos no hay silencio que compartir, no existe
más destino que éste: el hartazgo o empacho.

Yo disfruto el instante -único- del silencio;
bástame con mirarte en la luz que atesoras,
en el gesto que advierto de amor en compañía,
cuando posas tus ojos en algún horizonte
y un recuerdo entrañable te abstrae y me convocas
a un silencio de trinos.